Llegada la medianoche
el submundo de Lima inicia su paso clandestino.
La noche no es más noche, es clara mañana refulgente
que entra por las pupilas dilatadas, aterciopeladas.
No estás.

El vino alimenta las neuronas,
El recuerdo se hace lejano.
Bienaventuradas las horas que te mecen en el olvido

Las calles visten de gala gris, no hay tristeza.

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